Público - SERGIO LEÓN - 14/04/2013
"España está comprometida con la autodeterminación del Sáhara". La declaración de intenciones es de agosto de 1973. Por entonces, al ya agotado régimen de Franco le sobraba la colonia. El Frente Polisario había iniciado su guerra de guerrillas y la administración franquista intentaba cargar con su responsabilidad a la ONU para abandonar lo que se había convertido en un problema y para que su imagen no quedara demasiado dañada ante las ambiciones territoriales de otros países.
¿Qué pasó durante los siguientes dos años? Desde las declaraciones de Laureano López Rodó, el entonces ministro de Exteriores español, hasta que Rabat asumiera la ocupación, se sucedieron miles de conversaciones para negociar la suerte del pueblo saharaui. Los Cables de Kissinger recopilados por Wikileaks recogen la enorme actividad diplomática entre los países interesados a hacerse con un trozo del pastel.
Los embajadores estadounidenses detallaron las intenciones de unos y de otros mientras España bullía ante el ocaso de la dictadura y el inicio de la Transición. La Marcha Verde de noviembre de 1975 impulsó e impuso a Marruecos como nuevo dueño, aunque, desde hacía meses, el Spanish Sahara era ya un asunto que copaba los informes de los representantes estadounidenses de Rabat y Madrid.
El rey Hassan II tomó la decisión de enviar a 350.000 civiles marroquíes y 20.000 soldados al recibir el varapalo de La Haya. En 1974 España anunció que no tardaría en realizar un referéndum entre la población saharaui sobre su independencia. El reino alauí, que sabía que tenía las de perder ante el plebiscito, apeló al Tribunal Internacional de Justicia. El principal órgano judicial de Naciones Unidas dictaminó el 16 de octubre del 75 que, aunque existían vínculos jurídicos entre Marruecos y el territorio del Sáhara Occidental, éstos no establecían ningún vínculo de soberanía. Hassan II entendió lo que le convino. "No nos queda más remedio que recuperar nuestro Sáhara", anunció.
De aquella consulta popular sobre la autonomía de los saharauis no se supo más. Y hasta hoy. Mientras la administración franquista seguía defendiendo en público el derecho de autodeterminación reconocido por Naciones Unidas, mandaba a un representante para iniciar las conversaciones secretas con Rabat. La estrategia marroquí para iniciar su conquista de la región había dado comienzo. España tenía las de perder, pero nada más lejos de la realidad. El régimen no sólo conocía los planes marroquíes, sino que los acordó con ellos. Un cable enviado desde la embajada en Marruecos el 23 de octubre dejó a las claras los términos del pacto que alcanzaron Hassan II y el enviado español José Solis, ministro del Movimiento.
El documento, dirigido al Departamento de Estado de Henry Kissinger, resume una conversación de Hassan II con los representantes estadounidenses en la que detalla la reunión. El monarca se mostró optimista ya que "tres cuartas partes del problema habían quedado resueltas tras el acuerdo alcanzado con Solis". El pacto estableció que la Marcha Verde, como gran idea del rey alauí, seguiría adelante. "El concepto es mío. La organización es mía. Voy a dar la orden de cruzar la frontera. Sólo la gente lo puede cancelar y si lo hacen puede que yo también coja mis maletas y me mude a mi casa de Madrid", avisó el monarca.
Como contrapartida, Marruecos y España quedaron en buscar al régimen una salida "elegante" del Sáhara que le permitiera "guardar las apariencias". La idea consistía en utilizar a Naciones Unidas para legitimar la ocupación marroquí a través de un referéndum "controlado". Para ello contarían con la ayuda de Mauritania y, esperaban, la de EEUU. Las siguientes conversaciones servirían, según el cable, para trabajar y definir esta fórmula. Asimismo, Solis aprovechó el encuentro para anunciar que España renunciaba a un Sáhara independiente y, además, y para tranquilidad de Washington, dejaría de considerar a Argelia, aliada de la Unión Soviética, como "parte interesada".
Con Franco en su lecho de muerte, fue el todavía príncipe Juan Carlos quien lideró las negociaciones. Aunque, en un principio, el aspirante a la corona no quiso saber nada del tema, según relató el jefe de la legación estadounidense en Madrid en septiembre del 75: "Juan Carlos no tiene ninguna intención de involucrarse en este problema, que sólo le podría traer consecuencias negativas". Wells Stabler explicó en el documento que el Borbón se negó a ser el interlocutor español en una reunión en Nueva York propuesta por Hassan II. Pretendía que el dictador "no desapareciera de escena" antes de que el asunto del Sáhara quedara resuelto.
El monarca español asumió la jefatura de Estado el 31 de octubre del 75 después de negarse a hacerlo una semana antes. Ese mismo día convocó un Consejo de Ministros y se puso manos a la obra. Sus contactos con su homólogo marroquí fueron constantes, como constató el embajador de EEUU en Rabat. Hasta entonces, según transmitió Stabler, "el Gobierno seguía vacilante" ante la falta de liderazgo y, sobre todo, el aumento de las presiones marroquíes. Rabat envió el primer grupo de "marchadores verdes" al Sáhara el 30 de octubre, y no el 6 de noviembre, fecha oficial del inicio de la Marcha Verde, para bloquear una posible intervención de Argelia contra la invasión.
En ese momento "sólo unos pocos altos oficiales españoles" participaban en las negociaciones, según informó desde Madrid el legado en uno de sus telegramas. Entre ellos ya no estaría Pedro Cortina. El ministro de Exteriores, en el cargo desde enero del 74 a diciembre del 75, aseguró ante el embajador que la política española original sobre el Sáhara, la del referéndum, no había cambiado. En otro informe, Stabler comentó que, entre lo confuso de la situación, "lo único claro es que [la opinión de Cortina] ha quedado totalmente descartada".
El 25 de octubre, en un encuentro con Solis a su regreso de Rabat, el ministro del Movimiento Nacional dio cuenta de su reunión con Hassan II, una reunión que calificó de "realista, positiva, dura y fructífera". En el documento, Stabler destacó que la mayor preocupación de España era, por encima de todo, evitar entrar en una guerra colonial con Marruecos: "Sería una tragedia que los soldados españoles en el Sáhara se vean envueltos en una confrontación abierta". Asimismo, el hombre de Franco dejó claro que por nada del mundo el régimen quería perturbar sus relaciones con Rabat. "España desea salir del Sáhara [...] Solis dijo que está a favor de un acuerdo por el que la región se convierta en una provincia autónoma de Marruecos". Cuatro meses después se hizo realidad.
El 2 de noviembre del 75 Juan Carlos viajó al Sáhara para, en teoría, dar su apoyo a las tropas allí destinadas. Marruecos dio por cumplidos sus objetivos y el 9 de ese mismo mes retiró la Marcha Verde. Durante todos esos días ningún legionario o soldado español movió un dedo. El 14 España firmaba los Acuerdos de Madrid y se constituía una administración tripartita junto a Marruecos y Mauritania. Duró hasta el 26 de febrero del año siguiente, cuando España finalmente abandonó a los saharauis, que empezarían a pasar de la ocupación española al dominio militar marroquí.
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