lunes, 23 de abril de 2012

Nueve años de 'cine refugiado'.


Raquel Quílez - El Mundo - Madrid

 

El cine vuelve a los campos de refugiados saharauis en un año marcado por la crisis y con la resignación de que poco ha cambiado en el desierto. Alrededor de 175.000 personas -no existe un censo oficial- continúan un año más, y son ya 37, en los campamentos temporales que levantaron en la hamada argelina cuando huyeron de la invasión marroquí sobre el Sáhara Occidental con la llamada Marcha Verde.

37 años sometidos a las inclemencias del tiempo, sin luz ni agua corriente y dependiendo de una ayuda internacional cada vez menos fluida. Cerca de cuatro décadas en los que el conflicto se ha estancado pese a que la jurisdicción internacional reconoce su derecho a la autodeterminación y Naciones Unidas ha dictado como hoja de ruta válida el plan de paz que el Frente Polisario y Marruecos acordaron en 1991 para sellar un alto al fuego que debía llevar a un referéndum. Desde entonces, sólo ocasiones perdidas: Marruecos se opone a esta votación si no se celebra en condiciones de censo que aseguren su victoria, Francia veta cualquier intento de presión en la Asamblea General de Naciones Unidas y ésta es incapaz de hacer cumplir sus resoluciones.

Y mientras, generaciones de saharauis nacen en el exilio. Y, desde hace nueve años, acude el mundo del cine a llevarles sus proyectos y hacerles ver que la sociedad española está con ellos. "El objetivo del Festival es que se conozca la realidad de este pueblo que tuvo que partir de cero", dice José Taboada, su director e impulsor del movimiento asociativo de solidaridad en España.

Conflicto estancado.

En estas nueve ediciones, más de 200.000 personas han viajado con el FiSahara a los campamentos. Este año, del 1 al 6 de mayo, se sumarán invitados como Aitana Sánchez Gijón, Elena Anaya, Eduard Fernández, Juan Diego Botto, Inma Cuesta o Gerardo Herrero. Y se proyectarán cintas como 'No habrá paz para los malvados', 'Katmandú', 'La voz dormida' o 'Hijos de las nubes', el documental sobre el conflicto impulsado por Javier Bardem y Álvaro Longoria.

La cita llega además marcada por el secuestro en la zona de dos cooperantes españoles y una italiana hace seis meses. "Fue un intento de amedrentar e intentar parar la solidaridad española con el Sáhara, pero si de algo sirve es para aumentarla", dice Taboada, quien asegura que, para evitar sospresas, este año se incrementará la seguridad sobre el campamento de Dajla, el más alejado de Tinduf, y en el que se celebra el certamen.

Mientras, la situación política permanente estancada a la espera de que Naciones Unidas renueve antes de final de mes la misisión de la Minurso, la fuerza de paz que vela por que se mantenga el alto al fuego y que, sin embargo, no tiene competencia en materia de Derechos Humanos. Es la única desplegada en África con esta carencia. "Existe mucha presión para que se le den competencias, ya que en los territorios controlados por Marruecos se violan sistemática los Derechos Humanos de los saharauis", afirma Ali Mojtar, representante del Frente Polisario en Madrid. Un muro de 2.500 kilómetros y precedido por millones de minas antipersona -cinco millones según las ONG- separa a los saharuis que se quedaron en esa zona de los que huyeron al desierto.

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