viernes, 30 de agosto de 2013

Volverán a las Cuencas

La Nueva España - Mieres Estefanía Vázquez

Agosto llega a su fin y las Cuencas tienen que despedir a sus huéspedes más especiales. El Ayuntamiento de Laviana recibió ayer a diez niños saharauis que han disfrutado de las vacaciones en la comarca del Nalón y que ya están preparando la maleta de vuelta a casa. En el Caudal, la despedida más emotiva del verano fue para Sasha, un niño bielorruso de 7 años que se ha ganado el corazón de una familia lenense. En la mayoría de los casos, el «adiós» es sólo un «hasta luego».


«Hoy os recibimos aquí en el edificio más importante porque os consideramos importantes». Éstas fueron las palabras escogidas por el alcalde de Laviana, Adrián Barbón para comenzar el acto de despedida de los niños saharauis en el salón de Plenos. Los pequeños pasan sus vacaciones en España desde hace años, gracias al programa de acogida de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en el que participa el Ayuntamiento. «Hay que agradecer también la labor de las familias acogedoras porque si no, no habría programa», añadió el Alcalde, que afirmó que «este año, debido a las crisis, trajimos menos niños porque no nos llegaba el presupuesto». Una pena, porque los que sí vinieron lo disfrutaron como nunca.

Emma González, natural de Tolivia, es una de las participantes en el programa. Lleva acogiendo a niños saharauis desde hace de seis años. «Siempre estuvimos sensensibilizados», afirmó. Daf Abdú, de 11 años, y Larabas Yamal, de 12 años, son los dos niños han pasado en su casa los meses de julio y agosto. Los pequeños, que proceden de los campamentos de Dagla y 27 de febrero, se mostraron entusiasmados después de las vacaciones y dispuestos a volver.

El que volverá en unos meses es Sasha, natural de Bielorrusia pero con un segundo hogar en Pola de Lena. El niño forma parte del programa de acogida de «Humanitarios con la infancia», mediante el que familias asturianas acogen cada verano y Navidad a menores bielorrusos que en su país viven en orfanatos o se encuentran en riesgo de exclusión social. El pequeño ya había viajado el año pasado y este verano sus familiares de acogida tacharon los días del calendario hasta que lo vieron. «La despedida es el momento más duro», explicó ayer Vanesa González, la «mamá» asturiana de Sasha y presidenta de la asociación «Humanitarios con la infancia».

El pequeño emprendió ayer su viaje hacia Bielorrusia, pero la espera hasta Navidad será corta, porque Sasha vuelve al orfanato de Novogrudok con una maleta llena de bonitos recuerdos, miles de fotografías y un castellano claro con un marcado acento asturiano. Es el acento que copia de su «mamá» lenense, de la que no se despega ni un momento. «Me gusta estar aquí con ellos», asegura el pequeño, refiriéndose a Vanesa González y su marido, con una sonrisa enorme y los ojos azules brillantes.

Es la imagen de la felicidad que da este programa de acogida de «Humanitarios con la infancia». Vanesa González creó la asociación después de un viaje por los países del Este que cambió su vida: «Conocí su realidad y surgió la oportunidad de colaborar con orfanatos de Bielorrusia». La entidad empezó a trabajar con el país en 2010 y los primeros menores de acogida llegaron a España el año pasado. Este verano, Sasha viajó junto a su amiga Vika (que estuvo en Grandas de Salime con Amparo Allonca), el pequeño Vania (con Andrés Lavariñas y Gema Blázquez en Gijón) y Rita. Los niños y las familias contaron con la colaboración de Tania Yurchik, profesora del orfanato que viajó a Asturias para colaborar con su integración y Lena Pushkina, residente en la región desde hace años que colabora como traductora. Todos recomiendan la experiencia y animan a los indecisos a ponerse en contacto con «Humanitarios con la infancia» (humaniariosconlainfancia@hotmail.com). La próxima acogida se tramitará antes del 16 de septiembre. También es posible colaborar con distintas campañas, como la recogida de ropa de abrigo y material escolar. La recompensa puede ser muy grande: unos abrazos como los de Sasha, una sonrisa como la de Vania o una alegría como la de Vika, la «princesa» del grupo.

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