Mónica G. SALAS - La Nueva España - 6/9/12
El polideportivo del Qurinal se convirtió ayer en un mar de lágrimas. Familias procedentes de todos los puntos de Asturias se reunieron en Avilés para decir adiós a los trescientos niños que durante dos meses llenaron sus casas de aires saharauis. Es el caso de Petra Simón y Ana Belén Álvarez, que acudieron a despedir a los pequeños Ozman Hassan y Sidbrahim Habid, atentas a las indicaciones de los coordinadores del programa «Vacaciones en paz». «Me da mucha pena que se vaya ahora, porque es un niño muy cariñoso y me hace mucha compañía», dice Simón, con lágrimas en los ojos. Por su parte, Ozman y Sidbrahim manifiestan que tiene ganas de volver a casa, pero también echarán mucho de menos Asturias. Y si no que se lo digan a Hamed Bamba, de 9 años: «Quiero irme una semana a Argelia para ver a mi familia y luego volver aquí».
La piscina se convirtió en la reina de los juegos para los niños saharauis. «También la playa me gusta mucho», añade Baiba Ahmed, de 11 años. No obstante, «todo lo relacionado con el agua les llama mucho la atención», tal y como explica María Antonia Arenas. «Ven una bañera y se vuelven locos», añade María José Teja. De la comida, lo que más les gusta son los cocidos y la carne. «El pescado no les hace nada de gracia», matiza Ana Belén Suárez. «A mí me encanta el filete con patatas y las lentejas», confiesa Sidbrahim Habid, de 11 años.
Para algunas familias ésta ha sido su primera experiencia con un niño saharaui, como es el caso de Beatriz González. «Bamba ya era la tercera vez que venía a Asturias, pero para nosotros ha sido la primera y estamos dispuestos a repetir», asegura González. También María Antonia Arenas ha compartido su primer verano con Bai Abdelatiz, de 10 años. «Estoy encantada con él; habla poco español, pero nos entendemos bien», afirma.
Sin embargo, para otras familias ya son muchos los años que llevan participando en el programa «Vacaciones en paz». «Ya es la quinta verano que tenemos a Ozman en casa e incluso hace dos años fui a verle allí para conocer a su familia», señala una mujer. También es la quinta vez para Maribel Rodríguez: «Es una experiencia única e inmejorable, que aconsejo a todo el mundo».
Algunas familias piden que la situación de los niños saharauis en los campamentos de refugiados en Argelia cambie. «Es una pena que lleven tantos años luchando por un referéndum y que todavía no lo tengan», dice Beatriz González. Por su parte, Ana Belén Álvarez sostiene que le gustaría traer a «su» niño para que pueda estudiar, pero no le dan un pasaporte.
Los pequeños, que ya están lejos de España, han tenido que regresar a Tinduf junto a sus verdaderas familias. Atrás dejan un verano cargado de alegría, juegos en la piscina y unas condiciones de vida que nada tienen que ver con la realidad que les aguarda en los poblados saharauis. Hasta el verano que viene no podrán volver al «paraíso de agua».
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