El Mundo - 24/07/2012 - Noelia Suárez
"¿Qué hacemos hoy: toca piscina o fútbol? ¿Y qué me pongo? Algo guapo, ¡eh!". Empieza un día nuevo para Moulud en Leganés. Es uno de los 39 niños saharauis, del campamento de Tinduf, que pasan sus vacaciones con una familia del municipio.
María López y Mariano Bardera lo acogen por cuarto año consecutivo. "Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo. Tenía ganas de colaborar y participar. Conoces a una personita y creas un sentimiento único. El 'feeling' que tenemos con él es increíble".
El objetivo del programa es que los niños salgan del Sáhara en verano, huyendo de las altas temperaturas. Además, los pequeños, de entre 8 y 12 años, conocen otra forma de vida y viven unas auténticas vacaciones. Van a la playa, a la piscina e, incluso, pueden ver la nieve por primera vez.
"Conoces a una personita y creas un sentimiento único. El feeling que tenemos con él, es genial"
Pero no sólo se queda ahí. Los niños también vienen a revisiones médicas. Es el caso de Azuba, de 13 años. De pequeña, se quemó en el campamento en el que vive con su familia. Actualmente, va a revisiones dermatológicas, en Madrid, en las que evalúan la posibilidad de una operación estética. En los campamentos, la sanidad no cubre estas necesidades.
Pero eso será cuando crezca. Por ahora, es el quinto año que pasa con María Jesús Tamayo, que reconoce que Azuba es un torbellino y muy coqueta: "Se pasa todo el día bailando. Se pone los tacones, coge un bolso y se convierte en la protagonista. La alegría que nos da en casa no se puede describir. Merece la pena".
Moulud casi no tuvo periodo de adaptación. "Él estuvo con otra familia un año antes de conocerle. Eso nos facilitó mucho el trabajo porque ya conocía como funcionaban las cosas en España y la barrera del idioma era menos sólida. Ahora, habla a la perfección", nos cuenta María. Al principio, se acercaba únicamente a niños más pequeños, cuando la relación para jugar es más 'física' y no se necesitan tanto las palabras. "Hoy tiene su grupo de amigos, y antes de que él venga, ya me están preguntando cuándo llega", añade.
Por lo demás, Moulud disfruta sus vacaciones como un niño más. Baja cada día a la piscina, que le encanta, juega al fútbol y es fan de Messi. Además, tiene las ideas claras: "yo quiero ser médico para ayudar a la gente e ir en ambulancias. Me da igual que haya que estudiar mucho y sea difícil". Para ello, cada día se prepara con María, hacen actividades de cálculo y lectura para compensar la diferencia del nivel educativo.
Para Azuba, fue algo diferente. "Vienen del mundo musulmán, así que para relacionarse con chicos ponía más reparo. Prefiere estar entre chicas", nos comenta María Jesús. En cambio, con la familia no hay problema. "Le encanta hacer de prima mayor. Se viste con los tacones, coge a mi sobrina y no paran de jugar". Daniela tiene 19 meses y, nada más llegar, comienza a llamar a Azuba. "Son inseparables".
María Jesús primero bajó a los campamentos. Allí se informó y fue donde decidió acoger a uno de los niños: "Antes tenía miedo. Me parecía muy duro tener a un niño aquí, darle de todo y que luego volviera al Sáhara, a una situación conflictiva. Pero vi que allí están con sus familias, y aunque les faltan cosas, son felices".
Los pequeños saharauis son concientes de que esto son solo unas vacaciones
Los pequeños saharauis no tienen problemas en volver. Al final del verano, echan de menos a sus familias y están deseando verles y, por supuesto, de llevarles muchos regalos. Al fin y al cabo, los niños son conscientes de que esto son solo unas vacaciones.
Sin embargo, los periodos de adaptación tienen momentos complicados. "El tema del lenguaje hizo que no entendiéramos qué quería o qué necesitaba Moulud. Se cogía algunos berrinches, sobre todo cuando no le comprábamos algo de lo que se encaprichaba. Veía muchas cosas que le llamaban la atención y las quería todas", nos cuenta María.
Pero todo eso (y más) se ve compensado por los recuerdos que dejan en casa. "Nos acordamos de él por sus palabras. A veces, utiliza las incorrectas y nos quedamos con ellas. Por ejemplo, una vez dijo 'vamos a dar un paseyo'. Ahora, en casa, siempre damos 'paseyos' y no paseos", recuerda entre risas.
En casa de María Jesús los recuerdos quedan ligados a las canciones de Amaral "A mí me encanta, me sé muchas canciones", dice Azuba. Tras contárnoslo, no duda en cantarnos su canción favorita. Aunque quiera ser maestra, puede que el Sáhara sea hogar de pequeñas estrellas.
A Moulud solo le queda un año más en el programa. A partir de los 12 años, no pueden volver. Pero la asociación 'Leganés con el Pueblo Saharaui', el año pasado, inició un programa nuevo. Las familias pueden acoger a los niños durante el curso académico para que estudiaran en España.
Cuando María se enteró, inició los trámites. "No sabía que iba a pasar después de que se fuera el último año. ¿Qué sería de su vida?. Le hemos cogido un cariño increíble y decidimos que lo íbamos a intentar. Fuimos a conocer a la familia, para proponerles la idea y les encantó. Ahora está en manos de la burocracia".
Ambas mujeres piden que los políticos reaccionen. "Allí viven en condiciones muy duras. No tienen nada, solo un pedregal. Viven de la ayuda humanitaria y ya empieza a escasear", nos cuenta María Jesús. "Hemos tenido políticos de todos los colores y partido. Yo creo que España es responsable y hay miles de personas que lo están pasando mal. Toca reaccionar", añade.
"Esta es la parte bonita de la historia. Pero hay que recordar que estos niños vienen por algo"
"Ahora la situación es peor aquí que hace unos años. Allí acabará siendo todavía peor. Ellos no quieren asentarse porque esas no son sus tierras. Por ejemplo, han roto canalizaciones de agua que han intentado instalar", comenta María.
"Esta es la parte bonita de la historia. Pero hay que recordar, que estos niños vienen por algo", concluye María Jesús, mientras mira como Azuba juega en los columpios.
Mientras tanto, pueden dejar de pensar en su vida en el Sáhara y disfrutar de la estancia aquí. "Acabo de marcar nueve goles", nos cuenta Moulud mientras viene de jugar un partido con amigos que acaba de hacer en el parque. Quizá el Barça sea otra de las opciones con las que Moulud sueña para el mañana. Eso sí, como lo hace en el Sáhara, siempre sin zapatos
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