El mundo - 02/05/2014
Tiba no tiene ninguna duda: prefiere morir por una causa que morir esperando. Como él, son muchos los jóvenes saharauis quieren pasar a la acción.
"Soy un kamikaze, un proyecto mártir para la causa saharaui. Estoy esperando a que el Polisario me dé luz verde para morir". La voz de Tiba resuena en esta jaima situada en pleno desierto del Sáhara, uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Detrás de su turbante marrón, que sólo deja ver unos profundos ojos negros, se esconde la determinación de un hombre que ha dejado de creer en el maná de la solución pacífica.
Tiba no tiene ninguna duda: prefiere morir por una causa que morir esperando. "Ya que nos han impedido vivir como queremos, que nos dejen morir como queremos".
Como él, son muchos los jóvenes saharauis que, 39 años después, no quieren seguir aguardando y pretenden pasar a la acción. Por este motivo, han creado la Plataforma Gritos contra el Muro con el fin de visibilizar ante la opinión pública el muro que separa el Sáhara Occidental , ocupado por Marruecos, de los campamentos de refugiados de saharauis en Argelia. La valla tiene 2.700 kilómetros, está custodiada por unos 100.000 soldados marroquíes y se encuentra sembrada por campos de minas.
Cada dos meses, los jóvenes de la Plataforma acampan frente al muro desde el lado argelino para lanzar sus gritos de protesta. Tiba estaría dispuesto a convertirse en un hombre-bomba para explotar contra ese muro, aunque sabe bien los riesgos que eso conlleva: "Tengo muy claro el traje de terroristas que Marruecos nos tiene preparados. No quiero dejar huérfanos a mis hijos, pero prefiero que cuelguen en la pared la foto de su padre por morir defendiendo a su patria, que la de un padre que no fue capaz de conseguirlo".
Cuando se le replica que es mejor no tener que llegar a la violencia, contesta con convicción:
-Pues yo espero que sea pronto. ¿Tú crees que es vida lo que yo estoy viviendo aquí?
'Aquí' es el lugar donde viven los saharauis que salieron huyendo del Sáhara Occidental tras la Marcha Verde de 1975, orquestada por Hasán II para ocupar el territorio, tras la partida del Ejército español. 'Aquí' son cinco pequeñas wilayas (campamentos), donde los saharauis residen en casas de adobe, sin agua corriente, ni electricidad ni ningún aparato doméstico que les facilite la vida. 'Aquí' es un terreno desértico donde el termómetro llega a los 38 grados en el mes de mayo y a los 50, en verano. 'Aquí' es un paraje donde no se tiene derecho a ninguna comodidad.
La estancia temporal se ha convertido en permanente, desde que en 1991 les prometieron un referéndum de autodeterminación que nunca se ha celebrado. "El problema del Sáhara no aparece en el escenario mundial. No somos nadie. Viendo cómo se cocina el potaje, no nos toca ninguna cucharada. Tenemos que vivir de la caridad de la ONU cuando el Sáhara Occidental es un territorio muy rico", denuncia Tiba desde su jaima instalada en el Festival Internacional de Cine del Sáhara (Fishara), que se celebra en la wilaya de Dajla en Argelia.
Sin embargo, la convicción de Tiba en que el Frente Polisario retome la lucha armada no es compartida por la mayoría y, en la última votación, se decidió continuar con la vía pacífica. Algunos se fijan como límite un año, el tiempo que ha dado el Consejo de Seguridad de la ONU a las partes para que encuentren una solución que desbloquee el callejón sin salida:
"Nosotros somos una generación más culta y más preparada que la de nuestros padres. Hemos estudiado, nos hemos licenciado y no estamos dispuestos a perder la juventud como ellos. Nuestros padres llegaron hasta aquí empujados por una guerra. Por el desgaste del conflicto, querían la paz y aceptaron deponer las armas a cambio de unas promesas que no se han cumplido", explica Omar Stama, miembro del UEsario, la Unión Nacional de Estudiantes.
Y prosigue indignado: "Nuestra paciencia no es infinita. Si en un año no se soluciona el conflicto, tendríamos que plantearnos el retorno a las armas. La comunidad internacional nos está empujando a ser terroristas", asevera Stama, un saharaui que llegó a España en las vacaciones de paz y ha acabado residiendo en Bilbao.
Pero, ¿es viable su vuelta a lucha armada? ¿no hay una diferencia abismal de medios entre el Ejército marroquí y el Frente Polisario? "Un soldado marroquí va a cobrar un sueldo y un soldado saharaui va a morir por una causa. Hemos tenido prisioneros marroquíes y ni ellos están convencidos de la política de su Gobierno en el Sáhara. Nosotros ya hemos demostrado que con pocos medios podemos hacer grandes cosas", prosigue Tiba.
El mensaje del retorno a las armas se repite como una letanía entre los jóvenes saharauis. Se trate de un sentimiento legítimo y verdadero o de una estrategia mediática para intentar presionar al enemigo, lo cierto es que el pueblo saharaui ya se ha cansado de esperar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario